La sensación, triste, que uno
tiene sobre la política que gestiona el sector pesquero es simple: Una política
ineficiente incapaz de gobernar las necesidades que la pesca reclama.
Los modelos de gestión del sector
pesquero, a consecuencias de leyes inútiles, han ido a conseguir el máximo de
capturas sin acercarse a su máximo beneficio. Alguien puede pensar que el
culpable de todo esto es aquel que pesca, es decir, el pescador. Pero esto
queda muy lejos de la realidad.
Sin quitar parte de culpa a quién
la tiene no podemos “cargar la culpa” a quien jamás se tuvo en cuenta a la hora
de elaborar la Política Pesquera que gestiona el sector (Y ASÍ NOS HA IDO).
Rechazar la opinión de los protagonistas verdaderos del mar es como querer
gestionar un país sin tener en cuenta a sus ciudadanos (ASÍ NOS VA).
El modelo de gestión que mantiene
el sector pesquero ha ido encaminado a destruir nuestros recursos pesqueros, beneficiando
a aquellos buques que más daño hacen sobre el fondo y perjudicando a aquellos
que apuestan por una pesca sostenible y responsable. La pesca tradicional se ha
deteriorado hasta el punto de encontrar su única “salvación” en el desguace.
Esta Política, digna de un museo
y no de una Comunidad que mira hacia su progreso, parece que no va a cambiar
pero si alguna esperanza hay, en el sector artesanal y tradicional de la pesca,
son las cofradías. Es hora de
desarrollar un Plan Estratégico basado en seis puntos que, en mi opinión,
marcan el camino de la sostenibilidad económica, social y ambiental de la
pesca:
- Emprender nuevas estrategias comerciales que estimulen el consumo responsable de pescado y den flexibilidad a la distribución de las capturas.
- Crear Áreas Marinas cogestionadas por pescadores, donde sus decisiones formen parte de la política activa del sector.
- Desarrollar un modelo de gestión que no solo centre su esfuerzo en los ingresos de las capturas. El turismo marinero está demostrando ser un activo atractivo y rentable en aquellas cofradías que lo han puesto en marcha.
- La cultura marinera, año tras año, pierde importancia. Recuperar esta cultura milenaria es el principio para sensibilizar a una sociedad que apenas sabe nada de la pesca.
- Establecer sinergias con mayoristas y minoristas donde los beneficios se distribuyan de manera equitativa entre pescadores, recursos marinos y consumidores de pescado.
- Crear una Ley basada en “criterios de sostenibilidad” donde se premie el uso de artes selectivos y se penalice la destrucción de la biodiversidad marina. Hasta ahora se penaliza a los primeros y se premia a los segundos (ASÍ NOS VA).
Quizás me equivoque pero en estos
seis puntos hay años de lucha, trabajo y esperanza para un sector, que a pesar
de estar herido, no está hundido. Dejar ver que el corazón del sector sigue
latiendo es la única forma de demostrar que los pescadores no se han quedado de
piedra. Aún queda aire suficiente para atar cabos.
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